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La primavera árabe tardía contra la austeridad y la corrupción

Director  |  24 de julio de 2018 (14:36 h.)
Boicot productos en Marruecos

Artículo sobre la situación creada en Marruecos tras el boicot popular iniciado a través de las redes sociales a tres importantes productos vinculados al poder y que tenían precios abusivos.

Por Ismael Ben Yusuf

Probablemente el sector más descontento y desencantado de la ciudadanía marroquí haya encontrado en el boicot a ciertos productos de primera necesidad la forma más segura de protestar contra el gobierno. Dejar de comprar una serie de bienes de una lista pactada y unánimemente aceptada en las redes sociales es una forma radical de protesta: es un modo de manifestarse que puede infringir serios daños a las economías y que, sin embargo, mantiene en el anonimato a quien la práctica, no incurre en faltas ni delitos y, para colmo, impide al ejecutivo ningún tipo de represión popular. Y está dando resultado.

Algunos hablan ya de una primavera árabe tardía. Marruecos no ha sido pionera en los boicots. Quizá Jordania haya servido de modelo. Lo realmente novedoso es el calado social de la propuesta. Desde que ciertos y anónimos internautas comenzaron a crear y compartir posts invitando a boicotear ciertas marcas por su vinculación con el gobierno en la sombra (el Maghzén) y por sus precios excesivos nadie bebe agua mineral Sidi Alí, compra leche Centrale Danone o reposta combustible en Afriquia.

El boicot comenzó a difundirse como una medida de presión contra los precios abusivos de estos productos. Las marcas en cuestión estaban controladas en su totalidad o en parte por personas afines al Gobierno o, como en el caso de Afriquia, directamente por un multimillonario ministro. No queda restaurante o café que no haya retirado todos los botellines de Sidi Alí de su despensa y escaparate. Los clientes tampoco toleran que la tienda de siempre oferte la leche Centrale. Y si alguien reposta en Afriquia es inmediatamente reprendido por una especie de piquetes espontáneos que velan por la continuidad de la medida.

El seguimiento al boicot está siendo monumental. Dos nuevas marcas se han sumado a la lista recientemente: la leche Jaouda, que, convertida en alternativa a la Centrale, optó por mantener sus elevados precios, y el festival de música Mawazine. Ahora las leches que prefieren los consumidores son las regionales. Y los conciertos del Mawazine en Rabat se han quedado sin público: Deja que canten solos, era el lema de la campaña en la que, a las imágenes de los músicos internacionales, se unían a la de los enfermos amontonados en los pasillos de los hospitales públicos o a las de ciertas aulas rurales en estado más que penoso.

La última marca en ser propuesta para el boicot social ha sido Marjane, los hipermercados que posee la familia real a través del holding del Su Majestad, Siger (Regis, al revés).

La pregunta que se hace el gobierno marroquí y muchos países que observan perplejos los novedosos acontecimientos es de dónde parte la propaganda. La respuesta no es fácil: se ha apuntado a algún partido, al anterior jefe de gobierno, a las juventudes islamistas… Pero la cuestión es que, independientemente de la realidad o no de esas conjeturas, un porcentaje altísimo de consumidores asume la medida de presión como popular y anónima. Y reconocen estar dispuestos a seguir secundándola hasta que se produzcan cambios, hasta que se tomen medidas contra la corrupción, la precariedad sanitaria y educativa, la falta de ayudas sociales, la pobreza infantil… “Por primera vez estamos todos juntos”, dicen los marroquíes: “Esto no ha hecho más que comenzar”.